Quiero empezar con que el autor de ese mensaje debió estar pasando por un arranque de nervios, ira, frustración y coraje. Fue escrito sin detenerse a pensar en el texto ni en sus consecuencias. De ahí traer a la memoria que lo que conocemos de él es que ganaba tanto dinero porque es “un hijo talentoso” de un poderoso funcionario público. Nos molesta pues sabemos, además, que ninguna plataforma de red social es un buen escenario para insultar, difamar, desahogarse ni auto incriminarse. Que los trapitos se lavan en casa.
En mis cursos de Redacción suelo decirles a mis estudiantes que dejen respirar el texto. Esto es, que escriban con coraje pero que se aparten del escrito unas horas o una noche, que reposen sus mentes, tomen café, salgan al exterior. Estiren. Y, luego, vuelvan al texto con calma desde otra mirada y se autocorrijan. Eso fue lo que debió hacer Raulito. Leerse. Asesorarse con un copywriter. Aclarar qué escribir, con copia a quién y por cuál medio.
A continuación, veremos en detalle cuáles fueron esos errores de ortografía tan notables y cuáles pudieron ser opciones mejores. Más adelante expreso algunas opiniones sobre lo que significa este discurso para nosotros a los que el país se nos extingue.
Mensaje originalmente publicado:
Hoy dicen mentiras. Cero tolerancia. Yo presentare mi
evicencia. Gobernador dime si no estuvimos en tu oficina
reunido con el presidente de BDO y usted pidiendo que se
cambiara el reporte de unidos por PR los furgones pq afectaba
a su esposa. Habla de los cueques que estaban en la gaveta.
Sino habla de los textos enviados. # mamabicho. No dicho por mí, que
el pendejo que esta ahí es un corrupto, pq aquí no hay excusa como anterior, si no sabía, eras inepto. Es bien diferente pq Gobernador usted sabia, no ere inepto pq lo eres, eres un corrupto.
Ahora veremos cómo podríamos hacer que sea más legible:

Para empezar, tenemos que saber discernir la paja del trigo. Eso de “cero tolerancia” debe ser algo real, no solo una cosigna entonada en la campaña política y que aún hoy escuchamos del actual gobierno. No es el gobierno quien ha sido tolerante. Nosotros, el pueblo de a pie, lo hemos sido en demasía y por mucho tiempo. Toleramos a Pesquera riéndose de los reporteros. Toleramos el después del huracán María, toleramos que escondieran agua embotellada, que robaran los fondos para los damnificados, toleramos que Trump nos tirara con papel toalla, que el secretario de Estado mintiera acerca de la ayuda a Venezuela y luego se fuera de vacaciones. A propósito del tema del párrafo, toleramos que el gobernador le pidiera consejos a Bad Bunny y a Residente, con la oficina presidencial hecha un desastre. Los que hemos sido tolerantes a un nivel nauseabundo somos nosotros. Tal vez estemos muy adormecidos como para actuar en contra de esa tolerancia que nos hace tan pasivos y se nos vea susurrando el “ay, bendito”.
Sobre la palabra etiquetada hashtagmamabicho, el Tesoro Lexicográfico de Puerto Rico no la registra, pero sí <<mama’s boy>> y <> con un significado parecido, pero distante al de “mama bicho”, palabra compuesta que refleja homofobia, tabús, y específicamente a un sector de la sociedad joven, inmadura y muy probablemente adinerada y «talentosa».
Alguien me contó que los muchachos de su calle se llamaban con ese sustantivo hasta de cariño y que solían acortar la palabra para sonar mucho más riquitíllo: mamabish. Este caso no dista mucho: dos jóvenes hablando entre ellos, jugando a ser algo con posiciones de poder, que cuando se sienten amenazados suelen llamarse con el nombre que se decían en la calle; sin el cariño.
Existe suficiente evidencia que prueba cómo nuestra personalidad es descrita, literalmente, por las palabras que utilizamos, incluyendo nuestros tuits y los correos que enviamos. Sin conocer a Raúl Maldonado, hemos conjeturado algunos rasgos de su personalidad. Lo hacemos a cada rato. Figuramos cómo es la persona que escribe, ya sea autor, conocido o no incluso le adjudicamos tonos a lo que leemos. Por eso las conversaciones que se dan en los chats padecen de tantas tergiversaciones. Es que las palabras revelan más allá de nuestra intención al utilizarlas y acomodarlas.
Ya sabemos que hay un caos en Fortaleza. Sabemos que Raulito no es introvertido ni cauteloso. Lo que no denota que tenga talento con su lengua es su ortografía, la que nos llamó la atención de su desvergonzado mensaje. Por trabajar como proofreader por años, me apetecía corregirlo, contar los errores y ver de qué tipo eran. Verlo sangrar, vamos. Ese mensaje posiblemente nos mantenga entretenidos un rato más para poder seguir tolerando la poca vergüenza de un gobierno improvisado y, al parecer, de corrupción heredada. La otra “mala palabra” en el texto en Argentina significa tonto, niño mocoso, inmaduro. ¿Será que no miente?
**Luego de escribir estos párrafos se hicieron otras publicaciones también dignas de revisar, pero por la prisa en que se dieron los eventos y la rapidez de los medios dejaremos esta, como ejemplo, por ahora.